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LA HÍPICA PERUANA AL GARETE … ¿Y EL JCP?

El Jockey Club del Perú (JCP) viene operando desde hace 75 años, en calidad de ASOCIACIÓN SIN FINES DE LUCRO, luego de que se pusiera término a la pugna establecida entre los socios accionistas del entonces elitista Jockey Club de Lima. De acuerdo a su Ley de Creación Nº10345, está normado que su objetivo único es consolidar el interés de necesidad nacional en cristalizar el sostenimiento, mejoramiento y preservación del pura sangre de carrera de la raza caballar en el Perú, para lo cual, se tiene establecido que dicha institución debe destinar el íntegro de sus ingresos provenientes principalmente de la recaudación que logre como producto de las Apuestas en las carreras de caballos que organice.

En este orden de consideraciones, llegó a ser ostensible que en sus primeros 15 años de fundado y gracias a la perspicua administración de sus dirigentes – que contaron con la ayuda del embelesamiento que en todo el país causara “La Polla” como apuesta insigne – que la Hípica peruana llegara a refulgir, merced a esa Ley de Creación augurándosele un futuro promisorio.

Sin embargo, desde hace mucho tiempo y con mayor nitidez en la última década, el reverso de la moneda muestra contornos sinuosos de oscurísimo presagio como consecuencia de la improvisación endémica en la institución y ausencia de ideas de sus dirigentes quienes, irónicamente, cada vez que se relevan en sus períodos eleccionarios hacen señalamientos imputadores “a sus predecesores” de recibir una institución en crisis, al punto tal que el último presidente – aún en funciones – subrayó a aquélla como la peor de todas, tanto en el aspecto “moral como en el económico.”


Entretanto esa crisis es motivo de controversias entre sus asociados, la preservación del pura sangre de carrera como objetivo de la Ley de la Creación del JCP se encuentra en peligro, porque las Apuestas que son su principal sostén continúan despeñándose. Bastaría referir lo sucedido en estos últimos desastrosos diez años (abril 2011 – marzo 2021) en los que la institución ha tenido tres presidentes, quienes en sus respectivos periodos han logrado los siguientes cada vez más insuficientes montos tanto en las Apuestas, como en la recaudación de ellas.


Siendo cierto que, debido a esta infausta pandemia se suspendieron las carreras durante tres meses y medio en el año 2020, y que desde su reinicio (salvo una camarilla de asociados del JCP que en los días de carrera reciben atención en una tribuna privilegiada) se estén efectuando las apuestas fuera del hipódromo con una disminución naturalmente previsible, también es cierto que los propietarios de caballos, en el último bienio (2019 – 2021), deben haber recibido a duras penas S/.18 millones (después de deducírseles comisiones) contra los S/.70 millones que habrían afrontado en gastos para cubrir exclusivamente la pensión alimenticia y permanencia de 1900 ejemplares de su propiedad que pueblan el hipódromo, lo cual, releva de mayores comentarios acerca de las escasas probabilidades que hay en el sostenimiento de la hípica.

Sin embargo, y como nota de interés meramente comparativo – aun cuando se trata de un asunto que no ha concluido judicialmente – cabe referir que al JCP se le estaría abonando cerca de US$ 14 millones (unos S/.50 millones) por la expropiación que le hiciera la Municipalidad Metropolitana de Lima de una franja de terreno del hipódromo. Lo anecdótico, reside en que dicho monto es 35% superior a la modestísima recaudación de S/.37 millones obtenida en los dos últimos años.

Hasta aquí, los temas precitados están estrictamente vinculados con el JCP y sus asociados dentro del marco de la responsabilidad que les quepa en el destino de nuestra hípica; sin embargo, lo que trataré a continuación concierne a un asunto que, como veterano aficionado que soy a las carreras de caballos y estudioso de sus Apuestas, lo encuentro íntimamente ligado al interés público pues se refiere a la irregular forma o manejo que le continúa dando el JCP a ellas en perjuicio de los “convidados de piedra” que son la inmensa mayoría de apostadores, y que se ve agravado por la frustrante desazón de saber que, quienes debieran ser los encargados de su fiscalización, brillan por su ausencia.


Me concretaré en comentar las siguientes irregularidades:


· Sobre la retención indebida que el JCP hace en los Dividendos o premios a los apostadores y en los premios acertados no cobrados.

Para calcular los Dividendos o premios unitarios de cada una de las modalidades de apuestas que hay actualmente (Ganador, Placé, Exacta, Trifecta, Cuatrifecta, Dupleta, Vale Triple y Cuádruple) debe dividirse el monto del premio de cada una de ellas entre los boletos acertados. Dicho cociente al no ser exacto, se redondea o aproxima en más o en menos (por exceso o por defecto) a fin de que sea un múltiplo de diez céntimos de “sol” (si el valor unitario de la modalidad de apuesta es S/.1) o de veinte céntimos (si dicho valor fuese de S/.2).

Sucede que desde hace muchos años, arbitrariamente el JCP viene haciendo esa aproximación o redondeo por defecto, es decir, a su favor o en contra del apostador, de forma tal que, sólo en los últimos diez años, ha significado una retención indebidamente hecha de dos millones ochocientos mil soles, aproximadamente estimados.


Asimismo, cuando los boletos acertados no se cobran por diferentes causas en un plazo de noventa días, prescriben o caducan, representando un monto que sumado al anterior equivale aproximadamente al 1% del total general de las apuestas, es decir, que habiéndose jugado en estos últimos diez años (ver el cuadro mostrado) algo más de 800 millones de soles, el JCP se ha apropiado indebidamente de ocho millones.

Resulta muy sencillo verificar este atropello pues, antes, los dividendos se calculaban – como corresponde – tanto por “defecto” como por “exceso”, es decir, con justedad, y el monto de los boletos que prescribían si bien no revertía como premio adicional o plus a los apostadores se destinaba al Fondo de Previsión Social de los Trabajadores del JCP (que igualmente ha sido desactivado) pasando actualmente ambos conceptos a incrementar el rubro de “otros ingresos” de la institución.


· Sobre la arbitraria, premeditada e ilegal modificación de las condiciones de acierto de una modalidad de apuesta (Cuádruple).

En cuanto a la “Cuádruple” (modalidad de apuesta que consiste en acertar los caballos ganadores de cuatro carreras consecutivas), no tengo la mínima duda en decir que representa en la actualidad el súmmun de la ilegalidad y del abuso por parte del JCP, al haberle trocado maliciosa, astuta y descaradamente la condición de su acierto, con la premeditada intención de favorecer a algunos en perjuicio de la gran mayoría de apostadores.


Para sustentar lo antedicho, debo partir del principio de que en nuestro medio hípico, la “Cuádruple”, junto con el “Vale Triple” y la “Dupleta”, conforma un trío de apuestas tradicionales cuya condición es el acierto de todos los caballos ganadores de varias carreras consecutivas enlazadas o concatenadas; en consecuencia, se tiene reglamentado como condición sine qua non el acierto, no de una sino de dos carreras para el caso concreto de la “Dupleta”, de tres carreras cuando se trate del “Vale Triple” y de cuatro carreras en la “Cuádruple”.


Por otro lado, debe también suponerse que cualquier apostador presume que lo que pone a riesgo merecerá un trato igualitario, uniforme y equilibrado en relación a los demás, y que asume que “quien arriesga más, tendrá mayores probabilidades de acertar”, situaciones, éstas, que comprenden como regla natural a cualquier tipo de apuesta inclusive la puramente azarosa o aleatoria.


Hasta mediados de setiembre del 2012, las tres modalidades de apuestas se jugaban, como debió haber sido siempre, antes de la carrera inicial de cada una de ellas indicando el apostador sus fórmulas elegidas que abarcaban el total de carreras de la modalidad (dos si se trataba de la “Dupleta”, tres del “Vale Triple” y cuatro de la “Cuádruple”).


A partir de dicha fecha, y contando con la infeliz aprobación del Consejo Directivo del JCP, de entonces, un grupo de comisionados en apuestas (dígase más propiamente fulleros o tahúres) perpetró un trueque en la condición del acierto exclusivamente dirigido a la “Cuádruple”, que empezaba haciendo optativa su compra sin necesidad de anotar la elección de las cuatro carreras en un solo acto, sino de solamente la primera de ellas para generar su “canje” (en caso de acertarse) en las subsiguientes. Tomando en cuenta de que hasta antes del período pandémico que nos agobia, un 75% (y actualmente un 85%) opta por jugar directamente anotando su fórmula completa, por diversas razones, dicho “canje” ya es una discriminación porque resulta ventajoso especialmente en casos de retiros de ejemplares de última hora que muchísimas veces cambian las condiciones de la carrera; sin embargo, y minimizando la razón anterior, ocurre que la perpetración, mediante el abuso, la arbitrariedad y la trampa, se manifiestan al permitirse que quienes no acierten esa primera carrera puedan “reengancharse” (a un costo que resulta de dividir el monto que se va jugando entre el número de boletos que se van acertando) con lo que se reinsertan entre las opciones para aspirar al premio máximo como si hubiesen acertado la carrera inicial.


Dicha artimaña se acentúa hasta el punto de que el “reenganche” podía repetirse hasta tres veces (al no haberse acertado las tres primeras carreras) equivaliendo a la grosera realidad de que una modalidad de apuesta que consiste en acertar los ganadores de cuatro carreras consecutivas, podía aspirar (como ha ocurrido en varias ocasiones) a su premio mayor, o al máximo, con una sola carrera acertada.


Con el propósito de no explayarme mucho más sobre los efectos funestos de esta inequívoca arbitrariedad (entre los que se encuentra el paradójico daño que le causara a la propia institución a partir del año 2013 en que se registró un incremento de ocho millones de soles en la “Cuádruple” y un decrecimiento de nueve millones y medio de soles en el resto de las modalidades de apuesta), concluiré diciendo que no existe ningún respaldo moral ni legal para que esta anomalía continúe en beneficio de un grupúsculo que, inclusive, arriesga porcentualmente muy poco y termina llevándose muchas veces todo el premio, enlazado al suspicaz agravante que significa recordar que el actual Consejo Directivo – en un gesto que hoy puede asegurarse estuvo disfrazado de justicia – haya derogado el 30 de mayo del 2019 el mencionado “reenganche”, el “canje” y el premio a “Placé” de la “Cuádruple”, para restaurarlos apenas dos meses y medio después, manteniéndolos hasta la fecha.


Luis González Fernandini

DNI. 07766782

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